La mayoría de las personas amamos los precios bajos. Sin embargo, cuando se trata de terrenos, hay que prestar mucha atención. Ya conoces el dicho: “Lo barato cuesta caro”.
Y los ‘chiquilotes’, a la larga, cuestan mucho.
Son terrenos rústicos ubicados a varios kilómetros de la ciudad. Generalmente no incluyen acceso a servicios básicos como electricidad, agua potable o drenaje ni a servicios urbanos. Por eso son tan baratos.
Los desarrollos profesionales ofrecen lotes 100% urbanizados. Sin embargo, los ‘chiquiloteros’ venden con la esperanza de que las autoridades correspondientes se encarguen de urbanizar el proyecto a futuro.
Si esto no ocurre, quien compre el terreno deberá realizar todos los trámites para ello. Puede firmar su escritura de compraventa, pagar su impuesto predial y ser propietario, pero no es seguro que obtenga todos los servicios de un desarrollo urbanizado.
También podría tener problemas para obtener un permiso de construcción.
La forma en que operan los ‘chiquiloteros’ es que compran un terreno y lo dividen en microlotes que luego venden.
Suelen ofrecerlos a través de redes sociales y pedir mensualidades pequeñas al mes.
Y esto es muy importante: no basta con que el lote se pueda escriturar, sino que debe cumplir con otros requisitos, como contar con:
Por eso, aconsejamos nunca dar por sentado que la escrituración del inmueble ante notario implica que todos los documentos anteriores existen y/o están en regla.
Otra manera de ver si esta inversión vale la pena o no es visitar en persona el lote a comprar. Así sabes en qué estás invirtiendo realmente tu dinero.
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